Habréis oído en infinidad de ocasiones sobre la displasia en perros y, particularmente, en el Golden Retriever como un buen candidato entre otras razas. Es una circunstancia más típica en razas grandes que en pequeñas.
De acuerdo con estudios realizados el Perro de Montaña de los Pirineos no es de las razas más afectadas. No obstante, por tratarse de una raza grande también hacemos pruebas de displasia a nuestros progenitores de esta raza.
Se trata de un problema relacionado con los huesos de la cadera y codo. Es una enfermedad que puede tener un componente genético y, de ser así, la predisposición a tener displasia se transmite de padres a hijos. No obstante, es una cuestión multifactorial y las condiciones ambientales influyen enormemente.
En los perros con displasia, los huesos no encajan bien para poder hacer correctamente el juego de la articulación. Como consecuencia, el perro pierde movilidad, camina mal, le duele…. Los perritos no nacen con la cadera o el codo mal sino que tienen un desarrollo anormal; se van desarrollando y desgastando de forma anómala con el transcurso del tiempo.
De hecho, el término displasia proviene del griego antigüo “dys” (dificultad) y el sufijo –plasia derivado del verbo “piasso” (formar).
Puesto que una combinación de genética y factores ambientales pueden ocasionar displasia, tiene gran importancia que estos factores que rodean al perro sean adecuados; esto es que los dueños tenemos un papel importantísimo en la posible manifestación de la displasia. Habrá incluso perros que, aún teniendo alguna predisposición genética a la displasia, no lleguen a presentar ningún tipo de problema, ni un dolor muy fuerte, a lo mejor algo puntual y agudo que se pondrá de manifiesto también en función del aguante del individuo.
Por eso, es fundamental:
Alimentar al perro con una dieta saludable. Debe de ser adecuada, que no favorezca el sobrepeso; con los componentes adecuados, llena de nutrientes y minerales, para el desarrollo de tendones y musculatura. Ideal piensos de alta gama sobre todo en los cachorros, por estar en fase de crecimiento.
No es recomendable administrar suplementos de calcio y fósforo.
Se debe de controlar el peso, pues el peso adicional en la complexión del perro es perjudicial para sus articulaciones.
Una dieta mala, escasa de nutrientes, también puede ocasionar un mal crecimiento de los huesos y otras anormalidades en las articulaciones y cartílagos.
Nuestro perro debe de tener un peso adecuado para evitar problemas en las articulaciones.
El ejercicio. Los esfuerzos excesivos de las articulaciones producidos por un ejercicio duro y constante, en cachorros, favorecen un desgaste prematuro de las articulaciones y nuestro cachorro estará en pleno crecimiento y desarrollo; siendo ésta la etapa de las mayores transformaciones.
Tendremos especial cuidado en los primeros meses de vida: que no bajen escaleras, no dejarlos saltar desde alturas considerables (una cama, una silla…), que no hagan carreras…
Ejercitaremos al perro cuando es joven con ejercicios suaves y con poco impacto.
Cuando sea adulto debe de mantenerse activo y bien físicamente con un ejercicio moderado como correr, caminar, nadar…. Pues con una masa muscular fuerte en las patas tienen menor probabilidad de desarrollar displasia de cadera.
ES IMPORTANTÍSIMO SEGUIR LOS CONSEJOS DE LOS PROFESIONALES SOBRETODO EN LA ETAPA DE DESARROLLO PARA PREVENIR A NUESTRO CACHORRO.
Una alteración en la marcha del perro y en sus hábitos puede hacernos sospechar que tenga displasia pero siempre ha de ser un veterinario quien las verifique a través de un examen y ratificará o no las sospechas.
Antes de adquirir un perro, tengamos la certeza de que los padres del cachorro están libres de la enfermedad. Deben de contar con un certificado emitido por Avepa (Asociación de Veterinarios Españoles en Pequeños Animales) que indicará un nivel A o B.
Si están libres de displasia de codo han de contar con un certificado emitido por Avepa que indicará un nivel 0 o 1 y en caso de que sea C o 2, por recomendación de Avepa, cruzar sólo con ejemplares con nivel 0.
Las crías que tiene O candelubre proceden de nuestros ejemplares que tienen certificado de Avepa y siguen las recomendaciones de dicha Asociación y de los correspondientes Clubes de Raza.
Por supuesto, dado que la displasia tiene un componente genético, ningún perro que la sufra debe de reproducirse por lo que cualquier criador habrá que tomar las medidas oportunas para que esto no ocurra y así evitar transmitir predisposición a sufrir displasia.
Por último, es importante tener en cuenta que los descendientes de perros sin displasia también pueden llegar a tenerla, aunque con mucha menos probabilidad que los descendientes de perros con algún grado. Esto es debido a que los cachorros tienen otros ascendientes más antigüos que los padres, por tanto cuantos más antecesores sepamos que no tienen displasia menor riesgo para los cachorros.
Así que, criar con perros libres de displasia e incluso libres generaciones anteriores, no garantiza que pueda haber una predisposición en un cachorro, no es garantía 100% pues existen muchos antecesores en el árbol genealógico de un individuo. Por eso se han de minimizar riesgos y criar sólo con perros sanos e ideal conocer sobre la salud de antecesores; asimismo que los cachorros tengan unas condiciones de vida que no fomenten la displasia.
Cualquier criador, por muy responsable que sea, aún teniendo camadas de padres sin displasia pueden encontrarse con algún caso por la influencia en la genética del resto de los antecesores y por las condiciones ambientales durante su vida.
O candelubre agradece la existencia de una nueva Ley de Bienestar Animal, aunque aún falte el desarrollo de muchos reglamentos para poder llevarla a cabo. Es fundamental ejercer un control sobre la cría, permitiéndolo sólo a aquellos criadores que estén reconocidos y lo hagan de una forma responsable y con conocimiento; que la cría no se limite sólo a "juntar dos perros" y, en el mejor de los casos, a la buena intención de la persona.
Y por supuesto:
No crucemos a nuestros perros porque sí y el hecho de que una hembra ha de ser cruzada al menos una vez es una “leyenda urbana”.
Escuchando las afirmaciones de los profesionales veterinarios en los que confiamos plenamente, creemos en la conveniencia de esterilización de los individuos que no sean reproductores, salvo en los casos en que el veterinario lo desaconseje. Además de evitar el riesgo de camadas indeseadas estamos haciendo un favor a la salud de nuestros perros a los que se les ahorran problemas de salud.